La oración de cada día: La escuela católica. Oferta de la Iglesia en España para la educación en el siglo XXI
“28. El cultivo de la interioridad de los niños y jóvenes es urgente y de gran importancia en nuestro mundo. El alumno en proceso de aprendizaje necesita razones para creer, razones para amar y razones para esperar. Necesita saber darle sentido a su vida, una razón a su existencia, una orientación a su vivir. Se trata de tomar conciencia de su ser, de su misión de amar en este mundo, de la trascendencia de su vida, de la importancia y responsabilidad de su acción en relación con los otros y con Dios. “La persona humana, en efecto, de la que la libertad constituye la más alta dignidad, se realiza no en el repliegue sobre sí misma, sino en la entrega de sí (cfr. Lc 17,33; GS 24).” Así mismo, el cultivo de la espiritualidad desde la perspectiva cristiana pretende elevar las capacidades del alumno hacia el encuentro con Dios, mediante la relación con Él en la oración, en el respeto y valoración de su Palabra y de su Vida conforme al Evangelio, motivando su sensibilidad hacia la presencia del Señor entre nosotros. “Los valores evangélicos no pueden ser separados de Cristo mismo que es su fuente y su fundamento y constituye el centro de todo el anuncio evangélico”.
Una de las característica fundamentales que definen nuestros centros vicencianos, como no puede ser de otra forma, es la oración y su importancia. Al comenzar cada jornada, lo hacemos orando, pidiendo a Dios por el día que comienza. Es importante, no solamente no perder esta costumbre, sino hacer de ella algo relevante y que nuestros alumnos lo sientan como un referente. Podemos transmitirles muchas conocimientos, que lo hacemos, pero la capacidad de orar, de levantar los ojos a Dios cada día; eso no lo aprenderán en ningún manual de texto ni clase. La interioridad es una experiencia, la oración es una vivencia que parte de la interioridad, pero que la trasciende para llevarnos al encuentro con Dios. Que nuestros alumnos aprendan a orar cada día es fundamental, es necesario y sobre todo, es vivencial. No podemos exigir a nuestros alumnos que valoren la importancia de la oración, si nosotros no lo hacemos. Ellos/as observan nuestros gestos y aptitudes, por eso es necesario que les mostremos la importancia que para nosotros tiene la oración, no solamente con las palabras, sino también con nuestros propios gestos. Hemos de dar un valor importante a la oración de cada mañana, que no perciban (erróneamente) que la hacemos deprisa o sin importancia o como algo más que hay que hacer. Nuestro día comienza en la oración, es decir, en el encuentro con Dios. Un encuentro que es petición, acción de gracias y diálogo permanente. Pero… si comenzamos orando cada jornada, ¿por qué no hacer una oración al final de la mañana? Para ellos, y para nosotros, la presencia activa de Cristo en nuestro hacer es fuerza e impulso para la vida.